viernes, 26 de octubre de 2007

Su voz ya se apagó.

Cuando mis hijos llegaron a la adolescencia el teléfono se transformó en un martirio. Sonaba sin cesar, especialmente a partir del viernes de tarde y por todo el resto del fin de semana.
Al principio lo seguí atendiendo, ya que ellos muestran para atender el teléfono, o el timbre, o cualquier otra cosa, la misma diligencia que una tortuga narcotizada.
Cuando las estadísticas me permitieron constatar que de 100 llamadas, 99 eran para ellos, simplemente dejé de atender.
Más allá de atender o no, durante mucho tiempo era imposible dormir siesta, estudiar tranquila o cualquier otra cosa, ya que la música del ring acompañaba todas las actividades. A esto había que sumarle las peleas por el uso del aparato.
Bueno, lo que pasó seguro que todos lo hemos ido viviendo. Entre los mensajes de texto e Internet poco a poco el teléfono "normal" fue callando su desagradable voz.
Tanto que ahora sorprende oírlo sonar y poco a poco las estadísticas me van favoreciendo, veteranas como mi madre, amigas que todavía no usan mucho el celular, etc, hay suficientes llamadas para mí como para que valga la pena ir y atenderlo.
A las siglas sagradas, SMS y MSN le debo que haya vuelto la calma telefónica a mis fines de semana.

lunes, 22 de octubre de 2007

Feliz día mamá


Mientras chateaban con mi hija, varios de sus amigos me felicitaron por el día de la madre. Los amigos, que casi no me conocen. No mi hija.

A la noche, me sorprendió al desearme un feliz día. ¿Culpa? ¿Cansancio acumulado a lo largo del día? ¿Un flashback de algún recuerdo feliz de su infancia?

Mi duda es si sus amigos habrán felicitado a sus madres.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Que duermas bien, mamá.

Otro año, otro Pilsen Rock. Cien mil adolescentes y jóvenes en peregrinación hacia Durazno, en el centro de Uruguay, en todo tipo de vehículos, a dedo, como venga.
Un festival enorme para nuestras dimensiones, donde acampan, viven, duermen, agitan, fuman y toman hasta el agua de los floreros una multitud de chiquilines, incluidos mis dos querubines, en una especie de Woodstock criollo.
Los años anteriores fui, a llevarlos o a traerlos, y vi de cerca una experiencia que me resulta conmovedora y disfrutable, pese a que obviamente preferiría menos alcohol y otras hierbas. Además de los toques de música en sí, es interesante ver la contención que logran entre ellos cuando quieren que algo funcione bien.
Y es increíble que en esa multitud de seres en dudoso estado de sobriedad y cordura no pase nada. Pero no pasa nada, al menos nada grave.
Bué, este año sacaron pasajes con tiempo, ya están los dos grandecitos, así que se fueron por la de ellos y yo escuché a ratos la transmisión por radio, especialmente cuando tocaron los grupos que más me gustan, como nuestros vecinos de la Bersuit y Chala Madre que vinieron a engalanarnos el festival, o mis queridos Buitres. De paso me aseguraba que seguía sin ocurrir ninguna hecatombe.
El chico, cuando terminó la primera jornada, mandó sms "tuvo demás, que duermas bien".
La verdad que bien, lo que se dice bien, dormí dos días después, cuando volvieron sanos, salvos y embarrados hasta el alma de la travesía. Miedos de madre: ¿se irán algún día?

viernes, 12 de octubre de 2007

El de ella es peor...


Una amiga me estaba contando sobre el cumplimiento de las tareas escolares de su hijo. En general está muy contenta, pero algunos detalles molestan al padre.
- Pero yo le digo, vos porque no ves a otros adolescentes. Hay mucho peores, como por ejemplo la tuya.
No sé si me sonó muy bien que se consolara pensando que mi situación era peor, pero me resulta imposible sentirme ofendida. Sucede que yo me hago lo mismo pensando en otra compañera, cuya hija está a punto de repetir el año. ¡Qué suerte tengo! Me podría haber tocado una hija así...

Realmente es una técnica utilísima. Supongo que la mayoría de los padres la usa. Cuando siento que mataría a mi hija, miro a mi alrededor, busco algún otro adolescente con un comportamiento que me parece inaceptable (por suerte eso es fácil, como ya dije algunos me usan a mí) y me doy cuenta de cuán afortunada soy :-)

domingo, 7 de octubre de 2007

De vez en cuando la vida...


De niños cada día, sin faltar uno sólo, les leía cuentos. Ahora veo como no leen absolutamente nada. De niños los llevaba muchísimo al cine. Ahora no van nunca.
De niños compartimos horas y horas de juegos, paseos, felicidad. Ahora, como es normal y lógico, esas horas las comparten con sus amigos.
Pero conseguí los DVD´s de "Vientos de Agua" y para mi gran felicidad, ellos -sí, ellos- insisten en que los veamos los tres juntos (mis dos hijos adolescentes y yo).
Trato de que no se me note, por aquello de que de rebeldes nomás, dejen de querer verla.
Pero cuando nos sentamos los tres a verla y saco de la galera chocolate, budines o lo que sea que previamente conseguí o cociné para el acontecimiento, vuelvo a ser la madre más feliz del mundo.

jueves, 4 de octubre de 2007

Vía SMS II


Unas semanas después de este intercambio , estando en el trabajo, recibo el siguiente mensaje:

SMS: Si pasás por alguna librería fijate si conseguís Hamlet de editorial Planeta o de La Nación. Yo, por mi parte, me siento para el c*lo.
SMS : Pobre, ¡qué te mejores, mi amor! (porque lo que es yo, no me pienso mover de aquí)
SMS: Eso fue una indirecta de "venime a buscar" T.T
SMS: No puedo. Estoy trabajando. Besos (los besos ya los tengo en una plantilla).
SMS: Nada de besos ><. Mandá a papá.

Ohhhh, ¡qué pena! De repente no tengo más señal. Adiós, adiós (plantilla) besos. Mentales, porque esto se acabó acá. ¿En serio piensa que voy a llamar al padre para convencerlo de que deje su trabajo y atraviese media ciudad para ir a buscarla a la escuela?
Cuando la volví a ver al mediodía estaba notablemente recuperada. Por suerte, porque los celulares andan tan mal...

lunes, 1 de octubre de 2007

La peor opción.

El desorden del cuarto de mi hijo mayor realmente me molesta. Cada día deja ropa usada en el piso, toalla mojada atrincherada en la cama, del ropero desborda ropa sucia mezclada con semilimpia y limpia, cuadernos, papeles, etc. pese a toda explicación en todo tono. Lo que más me preocupa es que somos millones los que sabemos que eso le perjudicará la convivencia con quien sea que conviva cuando vuele del nidito(?).

He analizado varias opciones:
  1. Limpiarlo yo y morirme de bronca porque es el colmo que tenga que llegar de trabajar a ordenar lo que semejante huesudo, dueño de mucho tiempo libre, deja sucio y desordenado.
  2. Que la señora que viene a limpiar una vez por semana se haga cargo, lo que me parece injusto hacia ella y poco educativo hacia la criatura. Ni le enseño a mi hijo a mantener cierto orden, ni -lo que es mucho más grave- le enseño qué es lo justo y qué lo injusto en el trato que merece una limpiadora.
  3. Insistir día a día, por aquello de la gota que horada la piedra. Los horadados son mis nervios y mi paciencia.
  4. Decirle a la limpiadora que obvie el cuarto del bicho en cuestión, cerrar la puerta y que se convierta en criadero de cucarachas, que al fin y al cabo es un animalito que no me disgusta del todo. Y que la víctima que conviva con él se las arregle y tenga claro que va sin garantía ni devolución.
La que hasta ahora he tomado es sin duda la peor opción, o sea alternar entre las anteriores de forma bastante errática. Acá ando, errando.